jueves, 21 de junio de 2012

AQUELLA MAÑANA... de Alba Rodríguez (1ºF)

Aquella mañana cuando me desperté me había convertido en un ratón, era pequeñito y no sabía qué hacer. Bajé para la cocina donde estaba mi madre, a ella le dan mucho asco los ratones, cuando me vio no paraba de gritar, se subió encima de una silla y llamó a mi padre. Mi padre vino con un cepillo y me quería dar, salí corriendo, me perseguía, me metí en un agujero, era como un enorme túnel, caminé un poco y no paraba de ver y de cruzarme ratones como yo, intentaba hablarles pero no me hacían caso, parecía que no me entendían. Seguí a uno de los ratones y me llevé de nuevo a mi casa, me asombró como un animal que yo veía torpe, se escondía para que no le viesen, supo llegar hasta donde mi madre guardaba el queso. Cuando vi el queso me entró mucha hambre, iba algo despistado y me tropecé, me choqué con el otro ratón, cuando me vio se asustó, le pedí perdón, él estaba algo cortado, empezó a comer y yo no sabía qué hacer, no paraba de mirarle, él me miró y me ofreció un trozo de queso, yo lo acepté y me lo comí, ya empezamos a hablar y nos hicimos buenos amigos, entre tantas risas y conversación, no nos dimos cuenta de que venía mi padre, salimos corriendo hacia el agujero. Mi nuevo amigo ratón me enseñó el mundo debajo de las alcantarillas donde se podían comunicar con muchos sitios diferentes. Visitamos diferentes ciudades de Francia (París, Estrasburgo), y algunos pueblos y ciudades cercanas. Cuando empezó a anochecer volví a mi casa sin que me vieran, me acosté en mi cama que era enorme para mí, no paraba de acordarse del día tan divertido que había pasado, me dormí con una sonrisa. Cuando me desperté y me miré en el espejo ya volvía a ser humano. Bajé corriendo a la cocina, cogí un trozo de queso y se lo metí en el agujero a mi amigo ratón.

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